El 23 septiembre de 1911, fechado en Los Angeles, California, los magonistas emitieron un importante Manifiesto en el cual señalaban que “Contra el capital, la autoridad y el clero, El Partido Liberal Mexicano tiene enarbolada la bandera roja en los campos de la acción en México, donde nuestros hermanos se baten como leones, disputando la victoria a las huestes de la burguesía o sean: maderistas, reyistas, vazquistas, científicos, y tantas otras cuyo único propósito es encumbrar a un hombre a la primera magistratura del país, para hacer negocio a su sombra sin consideración alguna a la masa entera de la población de México, y reconociendo, todas ellas, como sagrado, el derecho de propiedad individual” .
En el Manifiesto se expresaba la situación indicando que “En estos momentos de confusión, tan propicios para el ataque contra la opresión y la explotación, en estos momentos en que la autoridad, quebrantada, desequilibrada, vacilante, acometida por todos sus flancos por las fuerzas de todas las pasiones desatadas, por la tempestad de todos los apetitos avivados por la esperanza de un próximo hartazgo; en estos momentos de zozobra, de angustia, de terror para todos los privilegios, masas compactas de desheredados invaden tierras, queman los títulos de propiedad, ponen las manos creadoras sobre la fecunda tierra y amenazan con el puño a todo lo que ayer era respetable: autoridad, capital y clero; abren el surco, esparcen la semilla y esperan, emocionados, los primeros frutos de un trabajo libre”.
“Estos son, mexicanos, los primeros resultados prácticos de la propaganda y la acción de los soldados del proletariado, de los generosos sostenedores de nuestros principios igualitarios, de nuestros hermanos que desafían toda imposición y toda explotación con ese grito de muerte para todos los de arriba y de vida y de esperanza para todos los de abajo: ¡Viva Tierra y Libertad!”.
Después se decía que “la expropiación tiene que ser llevada a cabo a sangre y fuego durante este grandioso movimiento ... los proletarios han tomado posesión de la tierra sin esperar a que un gobierno paternal se dignase a hacerlos felices, concientes de que no hay que esperar nada bueno de los gobiernos y de que “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos” (sic). Esta última expresión es la misma que propuso Carlos Marx durante el congreso constituyente de la Primera Asociación Internacional de los Trabajadores, en 1864, en Londres , .
El Manifiesto indicaba, además, que “no hay que limitarse a tomar tan solo posesión de la tierra y de los implementos agrícolas: hay que tomar resueltamente posesión de todas las industrias por los trabajadores de las mismas, consiguiéndose de esta manera que las tierras, las minas, las fábricas, los talleres, las fundiciones, los carros, los ferrocarriles, los barcos, los almacenes de todo género y las casas queden en poder de todos y cada uno de los habitantes de México, sin distinción de sexo”.
“Siguiendo inmediatamente a la expropiación”, se proponía “la organización de la producción” libre ya de los amos y basada en las necesidades de los habitantes de cada región. El Manifiesto agregaba que los liberales no habían depuesto las armas “a pesar de los tratados de paz del traidor Madero con el tirano Díaz” y se aclaraba que “ningún hombre, por bien intencionado que sea, puede hacer algo a favor de la clase pobre cuando se encuentra en el poder”. Firmaron el Manifiesto: Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Enrique Flores Magón .
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